Asuntos prácticos: Masajeando el Alma.

Trabajando con Moxibustión

Hace ya casi 9 años que me dedico de forma profesional al masaje. He estudiado quiromasaje, shiatsu, tailandés, liberación miofascial, puntos gatillos y he devorado libros de anatomía y visionados vídeos hasta el escozor, pero sobre todo he aprendido, y sigo aprendiendo a dar masajes por tres vías indispensables para mí: dando, recibiendo y practicando yoga. Y después de mucho masajear, aquí y allí, a mí mismo y a otros seres, miro estas manos, estas benditas manos, y pienso: Qué cosa tan rara, las manos. 

Capaces de tomar y de entregar, manos laboriosas, ágiles, parece que se movieran solas, tienen su propia autonomía, creo que hasta su propio criterio. Últimamente estoy tratando de olvidar todo lo que aprendí, dónde se inserta este músculo, cómo se articula esta vertebra de acá, justo en la base del cráneo, y dejar que lo hagan ellas solas, siguiendo su propio sentir. 

Masaje Thailandés

Con esto de practicar yoga y enseñarlo, uno va dejando de intentar arreglarlo todo a base de pensar con la mente, y trata uno, con mayor o menor éxito, de venir a sentir las cosas con el cuerpo, a sopesar las cosas con el hígado, o con los pies, antes de encaminarse hacia rutas nuevas. El cuerpo atesora una sabiduría que no concibe la mente, pues el cuerpo, aunque siendo tan físico que duele y goza mucho, es en sí y nada menos que una cristalización del alma y a través de él, ésta se estremece al ponerse en contacto con el mundo. Por eso sé que cuando estas manos tocan un cuerpo, piel con piel, es al Alma que están masajeando. Es un encuentro glorioso, una oportunidad de sanar, de sacar a la luz y d liberar lo que anda escondido en las oscuras profundidades del inconsciente, no del insconsciente individual freudiano, ni tampoco del colectivo junguiano, sino del inconsciente búdico, el Anima Mater, o sea, la madre del cordero. Cuando dos seres se tocan, literalmente se produce una oportunidad de acabar con la separación. Así ocurre con los amantes y así ocurre en el masaje, y todo depende del grado de consciencia de los/las participantes. Si hay conciencia, cuando una contractura se suelta, se puede liberar el alma aprisionada, se liberan memorias y los famosos sankaras, las huellas kármicas originadas por los tres venenos: apego, aversión e ignorancia. Cierto es que el masaje es algo muy físico, rotundo, especialmente el que elaboramos desde la Raíz, y que si no hay conciencia se queda en un buen meneo, un aflojar las carnes y un remiendo para poder seguir para delante, que también está bien, pero desde aquí, en Asuntos Prácticos, para que un masaje sea práctico, de utilidad, en muchos planos, os animamos a poner conciencia, a meditar en el masaje, a exhalar y soltar, a rendirse y a abrirse, a dejarnos masajear el alma.

Taller de Masaje en Familia

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Om Gratitud

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